Siete
Cajas ---Rocío Cerdá
Rocío Cerdá aborda la idea de modernidad y
menciona algunos conceptos para comprender un poco más las
transformaciones que se fueron desarrollando a lo largo del tiempo.
Las ideas de libertad, democracia y Estado
encontraron fervorosos seguidores en América Latina y, la mayoría
de las colonias comenzaron un proceso emancipador y de transformación
caracterizado por un extenso y turbulento periodo de guerras civiles,
grandes dificultades para la formación de los estados nacionales, el
fracaso del proyecto bolivariano y la proliferación de ciertas
continuidades y rupturas con el orden colonial.
Entre la década de 1830 y 1870, se habían
establecido repúblicas más conservadoras (con caudillos o no) y en
cierta medida, el liberalismo retomaba su fuerza utópica. Con
relación a la inclusión de América Latina en la modernidad, el
sociólogo brasileño José Mauricio Domínguez, señala:
“América Latina ha estado en el centro
del proceso de desarrollo de la modernidad pero, paradójicamente, al
mismo tiempo ha sufrido sus impactos por hallarse en su periferia o
semiperiferia. Es decir que, pese a ser una parte integral de la
modernidad, no ha tenido acceso a las herramientas principales de
poder que operaron en ese proceso. Esa posición peculiar dio lugar a
un rasgo característico del subcontinente al considerarse a sí
mismo, como una forma incompleta o degrada de la modernidad”17.
Los diversos estallidos que acontecieron a lo
largo del desarrollo del capitalismo, dieron cuenta que las grandes
premisas del mundo moderno no garantizaban un futuro mejor y, mucho
menos, un hombre legislador y sujeto autónomo que a través de la
razón llegase a una paz universal y una sociedad de naciones. En el
siglo pasado, frente a las injusticias y los abusos de poder, el
presente no daba cuenta de ser más valioso que el pasado, los
Estados naciones no garantizaban el bienestar y las premisas de la
democracia se desvanecía ante la pobreza, la esclavitud, la muerte y
los prejuicios.
Fue cuestión de tiempo para que luego de la
Segunda Guerra Mundial, comenzara un periodo de crisis de los grandes
relatos dado que estos, no daban respuesta a las atrocidades
acontecidas. Atrás pareciera quedar el modo de legitimación de la
ciencia, el acento en el avance progresivo hacia la emancipación, la
libertad y la verdad.
En este sentido, la Doctora en Filosofía
Analía Melamed, reflexiona lo siguiente:
“El proyecto moderno, sus ideales de
progreso, racionalidad y universalidad, constituyen hasta hoy el
entramado principal de la cultura occidental. Sin embargo, su propio
desarrollo ha generado contradicciones y paradojas. Si la ciencia y
la tecnología convirtieron al mundo en un lugar menos inhóspito, si
el bienestar y la libertad son derechos incuestionables, si cada vez
mayor número de personas tiene acceso al conocimiento y al arte, sin
embargo, el mundo moderno y el optimismo ilustrado deben dar cuenta
también de acontecimientos de signo contrario: la “solución
final”, aplicada por el nazismo a la sociedad judía en 1943, las
bombas ató micas, la cultura de masas, el consumismo, la
omnipresencia de lo tecnológico y de lo informático, la violencia
fundamentalista, los estragos del hambre y las enfermedades en vastas
zonas del planeta. La cuestión es entonces si invalidan estos hechos
las concepciones modernas o si aún es plausible defenderlas como
fundamento de la crítica a estas patologías del mundo contemporáneo
o como modelos para un intento de transformación” 19.
Luego de la Segunda Guerra Mundial nacieron
corrientes de pensamiento, nuevos movimientos sociales y grupos que
cuestionaron las creencias modernas, como el postmodernismo,
específicamente en la década de 1960 en Estados Unidos. Fue un
movimiento que, si bien abarca un amplio espectro de ideas y autores
heterogéneos entre sí y pertenecientes tanto al arte como a la
filosofía, descree de los ideales emancipatorios y especulativos de
los grandes relatos modernos. Uno de los ejes de la temática
posmoderna radica en la crítica a la idea de progreso. A través de
una amplia gama de argumentos, los pensadores posmodernos pusieron en
discusión la certeza de que el progreso traía siempre lo mejor y,
sobre todo, que la lógica industrialista garantizaba el bienestar
humano.
La consolidación del neoliberalismo hasta el
social liberalismo de las socialdemocracias hizo que en la
actualidad, la idea de progreso se reduzca al crecimiento económico
como el camino en el todos se beneficiarán del reparto (cada cual a
su nivel). en los últimos veinte años, se habría asistido a una
pérdida de autonomía del poder político y de la finalidad social
de las políticas económicas a favor de lo que se calificó como
capitalismo salvaje o neoliberalismo, “es decir el economicismo
entendido como un discurso de carácter determinista que gira en
torno a lo inevitable e irrefutable que son las reglas económicas”
26. En este
contexto, el lema de libre economía, libre mercado, libre
manufactura, bajos o nulos impuestos y mínima intervención de los
gobiernos, pareciera haber alcanzado su máxima expresión, dando
cuenta de su poder
y su capacidad de perpetuarse como una consigna natural de las
sociedades.
Atrás quedarían las palabras de aquellos
economistas que hablaban de una economía orientada hacia el
bienestar social y con un carácter evidentemente humano. Así, el
liberalismo se convirtió en el pensamiento hegemónico, en el
discurso privilegiado,
universal y omnisciente. Logró capturar la cultura y “ha tenido
la posibilidad de falsificar el sentido del patrimonio y de alienar
la conciencia de lo que sería necesario saber”27.
La modernidad y sus parias, el sociólogo
Bauman (modernidad líquida) bosqueja el escenario de la vida
contemporánea señalando que desde “los albores de la
modernidad, cada generación sucesiva ha dejado sus náufragos
abandonados en el vacío social: las <<víctimas colaterales>>
del progreso. Mientras que muchos se las arreglaban para subirse al
acelerado vehículo y disfrutaban a fondo del viaje, muchos otros –
menos taimados, diestros, inteligentes, musculosos o aventureros- se
quedaban rezagados o se les obstaculizaba sus ruedas” 30.
En la película SIETE CAJAS vemos claramente
cómo estos sectores de latinoamérica, como lo es Paraguay, ha
reflejado directamente estas desigualdades a la hora de tener los
accesos a esas herramientas principales para el proceso de
modernización. Podemos ver una sociedad intentando ser moderna a
medias y con evidentes contradicciones, un mercado ubicado en un
sector de la capital de Asunción plagado de carencia, desigualdad,
pobreza, hibridación cultural y corrupción. El comercio como medio
de sobrevivir, desde plantas y yuyos medicinales para el tereré
,hasta equipos electrónicos y celulares de última generación(en
este caso el primer celular con cámara, año 1998). La televisión
mostrando en cada rincón del mercado publicidades a cerca de lo que
significaría “al comprarlos” alcanzar la felicidad. El progreso
impreso en esas imágenes como “algo a alcanzar”, pero que se
contradice con la realidad que viven estos países latinoamericanos.
Las contradicciones y paradojas de la
modernidad plasmadas en una película muy bien lograda. El
neoliberalismo impregnado en todos lados, muy lejos de la idea de
bienestar social y emancipación, por el contrario, Siete Cajas
muestra cómo vive un país latinoamericano como Paraguay, inmerso en
la pobreza, corrupción, narcotráfico y desigualdad, y cómo el
capitalismo ha arrasado sin importar nada. La radio, la prensa,
Internet y la televisión han ido creciendo gracias a la
globalización, los cuales han alcanzado un desarrollo a pasos
agigantados y se han convertido en herramientas de expresión
inmediata. Si estos medios fuesen bien manejados o tuviesen un eje,
no desde la comercialización sino desde la educación, podrían
sacar adelante a una sociedad que está inmersa en un capitalismo de
consumo, el cual se vale de estos medios de comunicación para
generar mayor rentabilidad, colmando a la sociedad de productos y
objetos innecesarios que no son para nada productivos para la vida ni
para la sociedad.
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